El antes y el después de un amanecer

“El antes y el después de un amanecer”

Copliando a la luz de la luna,
como suspiro de dolor profundo,
sólo pa tirarle un loor a la vida,
pues no falta muerto que no pare de quejarse.

Dios nos hizo a su imagen;
Dios es el criador del universo
y algunos de sus hijos son puro verso:
ya pocas son las virtudes
y pocos son los güenos en multitudes.

¡Ay!¡Qué mundo me ha tocao!
No faltó risa de chiflao
cuando esta alma su padecer ha cantao.

La noche es eterna pa’l seso corrompido,
pues naides que no haya lidiao
del sueño, de la niebla, ha despertao,
y no le veo sentido a la vida de ese moribundo,
pues ni al cielo se llega acostao.

Y no habrá mal alma, engrupido o fracasao
que me odie o me inore,
pues la verdá les duele,
pero no se salvan ni por quien les ruegue ni por quien les llore.

Yo he andao por esa noche
y todavía la compadezco con reproche,
pero cuando la luz del alba surge,
no hay mala sangre que rezongue.

Y ansí es la vida…
Todos tenemos noche y día
aunque vivamos en la oscuridá,
pero tenemos el don,
el don de criar algo pa iluminar
ande labre ciegos la neblina…

La noche le canta al día
y el día le canta a la noche
-¡¿Ánde está tu chichería?!-.
La noche le responde -¡Aquí está la mía!-,
y le pregunta al día -¿Y ánde está la tuya?-,
entonces responde el día
-Mi chuchería no está ni ande empieza ni ande termina tu gran porquería-…
Y a partir de ahí
aparecen por separao
como agua y aceite,
pero siempre el güen deleite
es el que triunfa ante el mal pensao,
por eso son como lluvia estas coplas,
cayendo sin traba ni de mala gana
y sólo cain pa mojar las tierras de poca fama
pa que les tiren un poco de agua,
son humildes pues vienen del ánima,
son juertes y de mucho valer,
pues son el antes y el después
de un gratísimo amanecer…


Miércoles, 08 de julio de 2009

Juan Cruz Acosta